lunes, 9 de noviembre de 2009

Quizás quiso decir `Valencia´


Palencia es una ciudad extraña. Me salen madres por doquier.

En el quiosco, comprando El País del domingo:
- ¿Cuánto es?
- 2.20, hijo.

En el monasterio, comprando unos hojaldres:
- Gracias, hasta luego.
- Adiós, hijo.



A pesar de tanto maternalismo, Palencia es una ciudad cada vez más triste y solitaria. Incluso Google avanza que está dejando de existir. Tan sólo hay que probar a teclear en el buscador "Palencia agenda actividades" para que automáticamente te intente corregir, por si te has equivocado en una letra. No, quería una "P".


sábado, 7 de noviembre de 2009

Cambio - Exchange


Comencé a ser consciente de que algo estaba empezando a cambiar en mí la primera vez que devolví el recibo de la cuota semestral del partido al que llevo afiliado desde hace algunos años. Y me sentí bien. Después le siguieron muchas discrepancias con la ideología manifestada, así como con su práctica formal. Pero en política, como en la Iglesia, no se ve con buenos ojos el debate libre. Me siento cada vez más independiente y eso me hace encontrarme perdido.

Es mucho más fácil afrontar la vida siguiendo las directrices que algún orador carísmático impone a su rebaño. Así no se tiene que pensar y se encuentra en la organización el refugio adecuado a cada circunstancia. Sin embargo, a uno le deja descolocado el hecho de observar la propia evolución. Quizá sea cosa de la edad, de la modificación de las circunstancias personales, del entorno... El hecho es que, sin llegar a perder los principios básicos que definen la moralidad de uno, se dejan de compartir muchos planteamientos sociales. Sobre todo aquellos que atentan contra el argumento que cada vez más considero irrenunciable: la libertad.

Está todo hecho un lío y las sensaciones negativas abundan al aventurar un futuro pesimista. Parece que todos son iguales. Y yo creo que ya no soy de los míos. Lo que ocurre que es tampoco quiero ser de los otros. Ninguna de estas cuestiones debe resultar tan extraña, dado que atravesamos un momento en el que El Mundo editorializa con inquietud furtiva contra el llamado líder del PP, mientras que El País tiene a bien criticar a un gobierno a la deriva. Claro que mejor no entrar a evaluar la cuestión de fondo que mueve a los redactores de los artículos de uno y otro periódico.