domingo, 20 de diciembre de 2009

Centralismo meteorológico


La mayor parte de los informativos que se emiten para todo el Estado tienen su sede operativa en Madrid. Esto ocasiona muchas veces distorsiones enfáticas en favor de lo que ha ocurrido en la capital. De esta manera, situaciones muy locales terminan escalando al escaparate global.

Entre ellas, el tiempo suele ser, sin duda, el protagonista. Cualquier fenómeno meteorológico adverso se magnifica cuando ocurre en Madrid. Por ejemplo, la lluvia fuerte en la ciudad se presenta casi como si España entera se estuviera ahogando. De manera paralela, la nieve sólo tiene importancia al cubrir la Cibeles o los destrozos del granizo son más significativos en el Retiro que en la Ribera del Duero en Septiembre.

Pero hablando de climatología, siempre se suele introducir un elemento que ayuda a que el centralismo no sea absoluto. Se trata de la playa de La Concha, en Donosti. Si llueve, en seguida aparece la imagen de la arena húmeda de la playa de la Concha. Para ilustrar una nevada, nada mejor que la playa de la Concha cubierta de un manto blanco. Y el calor axfisiante queda bien plasmado a través de una ristra de sombrillas que atestan el arenal. Todo ello acompañado, claro, de la correspondiente panda de surferos o de algún loco del mar que nunca pierden la oportunidad de zambullirse en sus aguas, haga como haga.

Por cierto, esta semana nevó en Madrid. Y me dio lo mismo. Me debo preocupar, esto es peor de lo que imaginaba.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Vivir


A veces, la vida se puede resumir a través de las sensaciones sobrevenidas en instantes muy particulares. Por ejemplo, durante sólo 5 segundos, iluminados a intervalos por múltiples ráfagas de una luz flasheada de color blanca. Lo más inmediato era presenciar una escena compuesta por decenas de brazos en alto, que servían para identificar la presencia de otras tantas personas dando saltos enloquecidos al ritmo de una música de escándalo. No sé a qué velocidad funciona el cerebro ni el ritmo habitual de generación de ideas, pero reconozco que, durante esos escasos 5 segundos, reflexioné sobre los siguientes aspectos (sin duda, todavía me encontraba colapsado tras disfrutar de uno de los más famosos espectáculos a los que se puede asistir en la actualidad):

  • No sé si yo pertezco ya a este mundillo.
  • Es una buena forma de celebrar el día que es.
  • Madrid está muerto.
  • Tengo calor.
  • Me da igual que mi vuelo saga en 3 horas.
  • Me gusta sentirme vivo.
  • Tengo la impresión de estar solo.
  • Esto es una pasada.
  • No quiero seguir así.
  • Vaya, sí que ha sido un día completo.
Ahora tan sólo falta disfrutar de los 86.395 segundos restantes del día.