viernes, 5 de febrero de 2010

Encerrar el calor



En estos días de frío intenso, hay un lugar menos en Madrid donde los homeless pueden sobrevivir a la noche. Hasta ahora, ocupan un goloso cubículo que hace esquina entre las calles Argumosa y Ronda de Valencia, aprovechando la salida de ventilación del Reina Sofía. Al oscurecer, varios sacos de dormir se acomodaban sobre las rejillas metálicas y el espacio quedaba cubierto por un túnel de cartón, que evitara ojos y aires indiscretos. Sin embargo, ya no es posible seguir levantando esta efímera arquitectura, puesto que desde la semana pasada el espacio ha quedado vallado.

Apartado el problema de nuestros ojos, parece menos problema. O teníamos un problema y lo hemos solucionado, como dijeron otros. Quizá al nuevo director del MNCARS le disgustaba la imagen que proporcionaban al museo semejantes cancerberos. Afeaban la estética del entorno. Bien, quizá debería replantearse entonces qué clase de bazofia está mostrando en las salas de exposiciones. Nunca antes el museo había estado tan vacío más allá de los pasillos que albergan a los pintores y escultores ya clásicos (Picasso, Dalí, Saura, Gris, Bacon, Léger, Tàpies, Calder, Chillida, González, Oteiza, Miró...).

Me apena tener que realizar esta crítica, porque sin duda que refleja mi incapacidad para comprender ciertos aspectos del arte contemporáneo. Creo que me quedé simplemente en lo moderno, porque lo actual no me llega.