martes, 7 de diciembre de 2010

Reflexiones profundas



La Liga de Fútbol española es cosa de dos. Lo viene siendo desde hace muchos años, con intrusiones esporádicas de algún afortunado, llámese Deportivo de la Coruña, Atlético de Madrid o Valencia CF. Entiendo que en otros países europeos sucece prácticamente lo mismo, puesto que la dictadura de los cánones televisivos ha desembocado en un torneo muy desigual.

Es momento de superar el carácter nacional de la competición. La Champions League, con su sistema de partidos quincenales en la primera fase y duelos a doble enfrentamiento a partir del inicio del nuevo año, tampoco es la solución. Supongamos una liga europea de verdad, con partidos cada fin de semana. Las ligas nacionales no desaparecían, sino que se transformarían en una especie de segunda división, en la que el premio consistiría precisamente en el ascenso al nivel europeo. Cada país tendría una representación mínima en la nueva competición, con un número inicial de clubs proporcional a su peso en la UEFA.

Evidentemente, se pondrán toda clase de excusas patriotas para atacar esta idea. Pero los medios de transporte permiten realizar vuelos continentales sin la menor complicación (salvo huelga de pilotos, erupción volcánica, boicot de controladores, huelga general en Francia, amenaza terrorista, ola de frío polar...). La competición sería más entre iguales. El deporte ganaría. Y el espectáculo sería fabuloso.


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