viernes, 6 de junio de 2008

Llorones


Una gran zona de céped, con tres sauces llorones, uno en el centro de un fondo y los otros dos en las esquinas del extremo opuesto. La casa en primer plano, coronada por una chimenea humeante. Y, omnipresentes, en el lateral izquierdo, los columpios: peligrosos, divertidos.

Cuando en el cole me pedían hacer algún dibujo, yo era monotemático. Siempre había una excusa para plasmar esta escena que me resultaba tan cotidiana. Pasé mi infancia - juventud en lo que llamaba la tierra, una finca rústica a las afueras de Palencia. Hasta que algunas circunstancias obligaron a deshacernos de ella.

Con imaginación, mis padres supieron transformar lo que fue un campo de trigo en un lugar donde pasar las horas de ocio. Con mucho sudor de por medio. En cuanto tuve algo de razón, me lancé a ayudar en todo lo posible. Junto a mi abuelo, aprendí a cultivar lechugas, tomates, judías, pepinos, calabacines, patatas, cebollas, ajos, pimientos, puerros, guisantes, setas, fresas...
Sabía distinto comer directamente del árbol almendras, moras, melocotones, peras, manzanas, grosellas, cerezas o ciruelas. Quizá porque conocía la dureza de todo el trabajo previo que había llevado recoger el fruto. Luego llegaba la época de hacer mermeladas, cocer tomate para conserva o los veranos interminables en los que día sí y día también comíamos judías verdes.
Por no hablar de las tareas relacionadas con el cuidado del jardín, la albañilería en general o la mecánica.

Gracias a la tierra pude aprender de verdad el valor de las cosas y el esfuerzo que supone conseguirlas. El acercamiento al entorno servía para una constante reconciliación conmigo mismo. Difícil de creer, para quien sólo me conoce en mi faceta de urbanita actual. Pero mi forma de ser es heredera de lo aprendido en aquellos tiempos. Lo que soy, hunde sus raíces en la maduración personal acelerada que viví allí. La mejor formación que jamás he recibido.



2 comentarios:

Vulcano Lover dijo...

Sabes, de pequeño, en Sevilla, también nosotros teníamos un terreno... el campo lo llamábamos. y también plantábamos cosas... Mmmm tengo también recuerdos inolvidables de eso. Sabes? hasta tengo películas de super 8 todos ahí en el campo, siendo yo un enano :-) Después también lo vendimos. Yo un día, con una azada intentando abrir una zanja para plantar no sé qué, le di a mi hermano en la cabeza por no mirar donde estaba y le tuvieron que poner dos puntos... qué agobio, aún lo recuerdo...

Mira, si al final vamos a tener montón de cosas en común que no imaginábamos, jejejeje.

Anónimo dijo...

...Y lo que eres, es maravilloso.

Un beso.