Ayer, cuando entré al local, estaba tumbado enseñándole no sé qué ejercicios a una chica nueva. Cuando me vio:
- ¿Cómo no me has saludado al entrar?
- Porque estabas ahí tirado.
- Pues haber venido a hacer lo mismo, ¿no?
(LA PRIMERA)
Luego, como le notaba muy feliz, se lo hice saber:
- Te veo muy contento, ¿es mi imaginación?
- Claro, como has venido hoy...
(LA SEGUNDA)
Cuando terminé mis ejercicios, decidí no volver a casa, que tenía ganas de Madrid. Se lo conté:
- Creo que me voy de vinos y tapas ahora, me llama la atención el alcohol.
- Uhmmm, suena muy interesante, a ver cuándo me llevas.
- Cuando quieras, ya sabes, cualquier día, cuando plegues a las 10.
- Pues a ver si es verdad guapo.
(LA TERCERA)