lunes, 5 de mayo de 2008

Que te compre quien te entienda


Fulanito tiene 30 pesetas.
Si Fulanito le da a Menganito un duro por su cromo del Renault 25.
¿Cuántas pesetas le quedan a Fulanito?


Prácticamente todos los ejemplos de matemáticas del cole estaban protagonizados por los mismos personajes: Fulanito, Menganito y, en caso de necesitar a un tercero, Frutanito. Estábamos muy familiarizados con ellos, formaban parte de nuestro día a día. Por ello, no acertaba a comprender el cabreo de la profe con mi hermana, cuando le recriminó el que, durante el recreo, gritara a una niña ¡Fulanita!

En aquella época mis padres también hablaban en un lenguaje cargado de oscuridad. Por ejemplo, recuerdo cuando me decían, aludiendo a mis ya demostradas rarezas: ¿Quién te la comerá? Todavía sigo dando vueltas a tal expresión. Porque me resulta impensable que quisieran darle el significado que ahora enseguida se me viene a la mente.

Pero la frase que más me repetían entonces era: Que te compre quien te entienda. Por lo incomprensible que era, ¿acaso mis padres me querían vender? ¿Cuánto pagarían por mí? En las conversaciones actuales, el precio de alguien tiene ciertamente connotaciones algo diferentes.

Nos hacemos cada vez menos inocentes (no sé si también más maduros). Con lo fácil que se manejaba uno dentro de un cuento... Pero, aunque las novelas actuales se encuentren mucho más elaboradas, lo que nunca puede faltar es un príncipe con el que se pueda soñar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

la vida en el cole, en su momento, nos parecía enormemente compleja. lo mism que la vida en el instituo, en la universidad, etc.
con el paso del tiempo, cuando ya hemos visto todo el periodo y la solución, todo resulta más fácil ysimple. pero ni aún así lo es.

la incencia no es la verdad. los príncipes (azules) no existen. un republicano debería saberlo.
¿sñar? sólo en la cama.

Anónimo dijo...

¡Qué bueno volver a leerte!

Y yo, que ahora mismo estoy sufriendo el efecto de una desilusión, aún así, sigo y seguiré soñando con ese príncipe.

¡Un beso y gracias por volver!